jueves, 12 de septiembre de 2013

Oda al portafolio

Me preguntas hijo mio
¿qué es el portafolio?
yo te lo diré:

El portafolio es el reflejo
del espíritu emprendedor
del alumnado.

Es la ruta del camino andado.

La criba en el río seco,
que rememora al gambusino su pasado.

Caja de pandora 
del que ansia ser evaluado.

Puya mordaz que del padre te defiende 
cuando a rojos numero arrojas a su crío.

Es técnica y método hijo mio.

Me preguntas hijito
¿qué cosa es ese mentado portafolio?
con una sonrisa te diré:

Una caja de recuerdos,
como historia ya contada,
una lista de momentos,
un secreto a los mil vientos,
la promesa ya pactada,
lo que ya fue,
lo que va  a ser,
esperanza,
desvelos,
sueños,
anhelos.

Y reviras la pregunta mi pequeño,
papá, ¿que cosa no es un portafolios?
a verdad debo contestar 
nunca será... 
cuanto no quieras guardar.

Respecto a la parapostmodernidad


Las siguientes corrientes son de tipo económico y político principalmente, por ende tambén afectan los procesos educativos, aunque en la teoría no lo parezca; la que lo manifiesta más abiertamente es la primera, la modernidad ya que maneja ideas claves como la razón, la verdad, el conocimiento universal y de manera particular el positivismo. Surge contra la modernidad, la postmodernidad, pero no buscando el progreso o bienestar social, sino más bien luchando por fomentar el individualismo y estando en contra de aquellos derechos que tenía el proletariado. Por último, surgen los ideales de la para-postmodernidad, como el fin del trabajo, la flexibilidad y la libertad del trabajo; todos ellos elementos dificiles de llevar a la práctica, ya que nos encontramos en el mundo constituidos por una especie de mezcla entre los ideales de la modernidad y los principios de la posmodernidad. Después de esté breve análisis podemos darnos cuenta que una teoría origina o da consecuencia necesariamente a otra, tratando de buscar un equilibrio en la relaciones individuales y/o  sociales, como se muestra a continuación:

miércoles, 11 de septiembre de 2013

                                                 ¡¡¡¡¡¡EL PORTAFOLIO ESCOLAR!!!!

El portafolio es un instrumento de enseñanza-aprendizaje doble, porque ayuda a los alumnos en su proceso de aprendizaje mediante la recaudación de trabajos que le son significativos, además de que valoran sus procesos mediante los propósitos puestos de manera previa al inicio del ciclo o periodo de tiempo en el que se pretende usar el portafolio. Al docente le sirve para coordinar una serie de evidencias que le permiten llevar a cabo un juicio de valoración de los aprendizaje de los estudiantes, de manera individual.
¿ Qué es el portafolio? 
Es una colección de documentos con ciertas características que tienen como propósito evaluar el nivel de aprendizaje que se ha adquirido, es decir, sus logros, esfuerzos y transformaciones a lo largo de un curso.
El portafolio de evidencias permite al alumno participar en la evaluación de su propio desempeño.
Mediante el portafolio, el profesor puede llevar un registro objetivo y documentado de los avances de los alumnos.

lunes, 9 de septiembre de 2013

CALENDARIO DE LOS SEMINARIOS, CORRESPONDIENTES A LA UNIDAD ACADÉMICA; LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS DE LA INVESTIGACIÓN Y LA COMUNICACIÓN DE LA EDUCACIÓN:

1. CRITICA DE LA RAZÓN PURA. EQUIPO 3° 14-SEPTIEMBRE-2013.
2. GLOBALIZACIÓN, HUMANISMO Y EDUCACIÓN. EQUIPO 2° 21-SEPTIEMBRE-2013.
3. TEORÍA CRITICA DE LA INFORMACIÓN DE GADAMER. EQUIPO 1° 28-SEPTIEMBRE-2013.
4. EL TRATADO DE ROMA. EQUIPO 2° 5-OCTUBRE-2013.
5. EL TRATADO DE MAASTRICH. EQUIPO 3° 12-OCTUBRE-2013.
6. DISCURSO DE DENISSE DRESSER EQUIPO 1° 19-OCTUBRE-2013.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Critica de la razon

Capítulo III: Crítica de la Razón Para-Postmoderna (Sennet, Bauman,
Beck)
Enrique de la Garza Toledo
Juan Carlos Celis Ospina
Miguel Angel Olivo Pérez
Martín Retamozo Benítez*
Introducción
Como hemos visto, hasta los años setenta del siglo anterior muchas de las teorías acerca de la Sociedad (Marxismo, Accionalismo, Fenomenología)(Garfinkel, 1986) consideraban al Trabajo como eje articulador del conjunto de las relaciones sociales y de la constitución de la identidad social o bien de clase (Berger, 1958). Sin embargo, en dicha década, la emergencia de nuevos movimientos sociales, empezando por el movimiento estudiantil, no claramente vinculados con el Trabajo, agregado a la extensión de la tercerización, a las muestras de conservadurismo del trabajador industrial típico en los países desarrollados y las decepciones del socialismo real, sirvieron de base a los primeros planteamientos acerca del fin del Trabajo como venero de sujetos y proyectos de sociedad alternativos. La sociedad postindustrial era la de los servicios y del conocimiento en la que el eje de la conflictividad no sería por la explotación sino por apoderarse del modelo cultural (Touraine, 1973); las nuevas luchas serían por el no trabajo y las encarnarían la no-clase (Gortz, 1982), porque toda forma de trabajo sería por principio alienante, la posibilidad  de una sociedad sin trabajo la daría la tercera revolución tecnológica; el capitalismo habría subsumido reproducción a producción y la mayor parte de la humanidad sería generadora directa o indirecta de plusvalía, por tanto, no habría privilegio para la clase obrera industrial típica (Negri, 1980). Es decir, los planteamientos acerca del fin de la centralización del
*
Miembros del grupo de investigación sobre trabajo a-típico del Postgrado en Estudios Laborales de la
Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa en México, D.F. (egt@xanum.uam.mx) 2 trabajo industrial se traducían en el fin de la centralización de todo tipo de trabajo y sin embargo las visiones de futuro no dejaban de ser en esos años optimistas. Al dar la vuelta el tiempo hacia la década del ochenta, con el establecimiento del neoliberalismo, que cuestionó los pactos social democráticos de la posguerra y las garantías de la capa alta del proletariado, que debilitó o excluyó de las decisiones estatales a sus organizaciones, las deslegitimó ante la población y cambió instituciones protectoras de los asalariados; junto a las primeras formas de la reestructuración productiva, las tesis del fin mundo del trabajo se volvieron pesimistas o bien desligadas de toda idea de proyecto alternativo.
El pesimismo acera del futuro y papel del trabajo anidó inicialmente en dos concepciones teóricas: la Postmodernidad y las tesis propiamente del Fin del Trabajo (De la Garza, 2003).
Las concepciones Postmodernas, no se refieren solo al futuro del Trabajo sino que hunden sus críticas en el concepto de Modernidad, entendida como aquella sociedad en la que la razón aparecía como única e invariable; razón vinculada a las ciencias naturales, que permitiría acuñar un sistema de conocimiento universal, deductivo y verificable; razón que llevaría al dominio del mundo, natural y social; dominio que se traduciría en progreso a través del cambio social racional (Cassierer, 1970). Esta concepción moderna tuvo su clímax en el Positivismo, como proyecto de alcanzar la ciencia universal, como sistema deductivo que permitiría la calculabilidad del universo. Esta ciencia universal implicaría el conocimiento de las Leyes que rigen los comportamientos humanos, que abriría el camino hacia el predominio del Estructuralismo en la mayoría de las ciencias sociales en casi todo el siglo XX.
Pero en los años setenta, además de la emergencia de sujetos sociales no previstos en las grandes teorías sobre la sociedad, esta turbulencia coincidió con la crisis práctica, en cuanto a incapacidad de predicción de las grandes Teorías sociales regionales como el Keynesianismo, el Funcionalismo y el Conductismo, que se daba casi sincrónica con la crisis epistemológica del positivismo. Lo anterior llevó a la desconfianza, como estado de ánimo, acerca de la idea de razón, de sujeto transformador y de progreso. Detrás estaba también el inicio de la crisis ecológica vinculada con la industrialización, la extensión de la pobreza, la crisis del Estado interventor en la Economía y Benefactor. El clima social, económico, cultural e intelectual de los setenta también afectó al marxismo, primero lo existente y ya en la década del ochenta, la caída de ese socialismo colocó la puntilla a las esperanzas de reforma de los regímenes socialistas (Bell, 1988).
Es decir, la Postmodernidad nace de un cambio de estado de ánimo de la intelectualidad progresista, socialdemócrata o comunista, que se tradujo en pérdida de imaginario, de idea de futuro, de proyecto, de organización y en especial de reivindicar a la clase obrera como sujeto privilegiado para la transformación del capitalismo. Este pesimismo, producto de la gran decepción, se trató de atemperar con la reivindicación de un nuevo individualismo, visto como sinónimo de libertad frente a estructuras o concepciones totalizantes que aprisionaban a los individuos, lo mismo en el socialismo real que en el capitalismo organizado. Por esto coincidimos con Callinicos que dice: “La Postmodernidad no es un conjunto de hipótesis verificables, sino una declaración autobiográfica, el estado actual del espíritu de un sector de la intelectualidad occidental traumatizada por las decepciones del socialismo real y que fue crítica del estado benefactor” (1998).
El concepto clave Postmoderno es el de fragmentación, del Yo, de la cultura, del Sujeto, de las relaciones sociales, de la historicidad, la vivencia en lo sincrónico, su substitución por el simulacro. La sociedad de masas sería la de la desaparición del Sujeto, la masa no tiene estructura, no sigue leyes, rechaza la Historia y a lo Universal, se refugia en el consumo. La sociedad Postmoderna inauguraría un nuevo individualismo, con imprecisión en la vida privada, en las creencias y en los roles, con la fractura de la personalidad disciplinaria fordista, es la sociedad de la máxima elección y del máximo deseo (Vattimo,
1986).
La otra clave de la Postmodernidad es la crisis de la razón científica que fundamentó en el pasado la idea de progreso, que encarnó en grandes discursos y en diversas concepciones de
Totalidad. La verdad es substituida por el simulacro, con una reivindicación de la Teorías de los juegos lingüísticos del último Wittgenstein, la verdad se impone en juegos de poder y no tiene que ver con el “reflejo” del mundo real (Lyotard, 1982).
El discurso Postmoderno, como dice Callinicos, no se preocupa por verificar sus proposiciones, posiblemente porque la creencia en las capacidades de la ciencia también fue cuestionada, y juega con el impresionismo y la exageración. Por ejemplo, del todo articulado de las concepciones modernas al todo desarticulado, ambas son igualmente ontológicas y se pueden esgrimir muchos contraejemplos en contra de la desarticulación 4universal, tales como la articulación entre cadenas de subcontratación o de clientes y proveedores. Acerca del fin de los grandes discursos, sin duda que entre los setenta y los ochenta hay una gran transformación de los paradigmas dominantes en casi todo el siglo XX, el marxismo y el estructuralismo, pero, a la vez, la emergencia de antiguos y nuevos grandes discursos, las teorías de elección racional, de la Agencia, las hermenéuticas y la misma Postmodernidad. Las ideas de progreso socialista o de capitalismo interventor sin duda que entraron en crisis, pero fueron substituidas por una nueva idea de progreso, la neoliberal. El positivismo estaba en crisis desde los sesenta, con mayor razón en los setenta, pero la epistemología de la ciencia reconoce al menos tres corrientes poderosas actuales, la postestructuralista, la analítica y la Hermenéutica no radical; además, los investigadores sociales contemporáneos no pueden ser postmodernos extremistas, implicaría su extinción como científicos, de tal forma que siguen investigando a la manera positivista o han adoptado una postmodernidad lite a través de la reivindicación de métodos comprensivos para interpretar.
Es decir, el programa postmoderno extremista es inviable y, como dice Alexander, a la euforia postmoderna de los ochenta lo que le siguió fue la cruda del Neoliberalismo, que polariza, no elimina la pobreza, en esta medida las tesis de hombre postmoderno hedonista han tendido a desaparecer.  Offe (1996) fue uno de los primeros en tratar de articular proposiciones postmodernas con las del fin del trabajo en los ochenta. Para Offe el Trabajo dejó de ser eje articulador de relaciones sociales y fuente de identidad, con su consecuencia en fragmentación de identidades, sujetos, proyectos, como señalamos en el capítulo I. En esos años todavía no aparecía con claridad la importancia de la flexibilidad, como inestabilidad y fragmentación de trayectorias laborales. Pero, aunque las hipótesis de Offe son operacionalizables y sometibles a verificación o falsación, el autor se conforma con postularlas lógicamente. No es convincente que la heterogeneidad de las ocupaciones sea igual a no identidad, cuando se han generado grandes movimientos obreros siempre han sido entre heterogéneos, e incluso en grandes empresas siempre hay gran diversidad y heterogeneidad de ocupaciones, pareciera que Offe tuviera en mente más bien a los trabajadores de oficio del siglo XIX y no a los obreros de grandes empresas con diversidad de ocupaciones del XX. Por otro lado, lo que a primera vista aparece en el capitalismo actual como aumento en la diversidad de 5 ocupaciones, por el otro es la articulación de estas en cadenas globales de producción o comercialización. Además, al interior de empresas modernas las gerencias Toyotistas proclaman la construcción de una nueva identidad colectiva con la compañía, con la productividad y la calidad, así como la articulación, como diseño gerencial, entre producción y mundo de la reproducción de los trabajadores y sus familias. Las tesis de Offe resultan muy estructuralistas, la estructura de ocupaciones (status-roles de Parsons) determinan la identidad, pero sobre la identidad influyen otras estructuras dentro y fuera del trabajo, las interacciones entre sujetos, y las formas de construcción subjetiva, dentro de las que se encuentra la de la identidad.
En el inicio de los noventa las tesis del fin del trabajo en la forma de Rifkin (1996) y Forrester (1998), popularizaron estas ideas y, a la vez, las simplificaron y vulgarizaron, al reducirlas al desempleo tecnológico, pero han perdido actualidad.
La Para-Postmodernidad Ninguno de los autores que mencionaremos en el resto del capítulo reconoce que es aproximarse. En esta medida mostraremos que la denominación es justa. Una particularidad de los para-postmodernos es que enfocan sus baterías en contra del Trabajo, cuando el planteamiento Postmoderno es más general, contra las concepciones Modernas. Estos autores parten de algo ya observado en las teorías del fin del trabajo la heterogeneidad en las ocupaciones, pero agregan lo que no quedaba claro hasta la década del noventa, que el eje de estas transformaciones no es simplemente la heterogeneidad sino la flexibilidad del trabajo. Acerca de la flexibilidad del trabajo mucho se ha escrito, puede ser la flexibilidad y de polivalencia principalmente, esta flexibilidad no necesariamente supone la expulsión de trabajadores y no es la que interesa a los para-postmodernos. Puede ser también la flexibilidad en el encuentro entre oferta y demanda de trabajo, que implica eliminar restricciones al libre flujo de trabajadores y a la libre decisión del empleador, esta flexibilidad tiene que ver con los para-postmodernos pero tampoco es el foco principal de atención. También la flexibilidad se relaciona con el sistema de relaciones industriales, es decir, de las leyes laborales, la contratación colectiva y los acuerdos marco entre Estado, 6 sindicatos y empleadores. Pero los para-postmodernos entienden por flexibilidad a la fragmentación de carreras ocupacionales y biografías, es decir, la duración corta en una ocupación y la alternancia entre desempleo y otras ocupaciones diversificadas. Esta manera de ver la flexibilidad tiene que ver con las limitaciones actuales al pleno empleo típico, es decir, de tiempo completo, por tiempo indeterminado, protegido por la contratación colectiva y los sindicatos. En cambio, la ocupación flexible sería insegura. Esta flexibilidad en la trayectoria ocupacional provocaría una desestructuración en las relaciones de trabajo, al ser cambiantes no habría claridad en los grupos de pertenencia; también de tipo geográfico, puesto que la flexibilidad así entendida puede implicar el traslado territorial del trabajador en busca de empleo; y en las relaciones personales y familiares. Es decir, el trabajo aparecería como un colage de fragmentos de experiencias, sin arraigo a un grupo social determinado, la desestructuración del sentido del tiempo y el espacio, la superficialidad en las relaciones sociales1
. Habría que añadir que:
1.) Las tesis para-postmodernas pueden sintetizarse en las proposiciones anteriores, utilizando metáforas como trabajo, amor, e identidad líquidos, categorías zombi,
“comunidades de guarda ropa”, corrosión de carácter (Sennet, 1994)(Bauman, 2005ª,
2005b). Ninguno de estos conceptos metáforas se desarrolla realmente, en el sentido de precisarse su definición y la relación con otros conceptos, permanecen en su función de impresionar emotiva y a través de imágenes del lenguaje cotidiano. El uso de la metáfora no debe de alarmarnos, es parte de las nociones que muchas veces anteceden a los conceptos teóricos, pero en el caso de los para-postmodernos parecieran más destinados a alimentar, impresionar e impactar un estado de ánimo propio de la derrota y pérdida de esperanza iniciado desde fines de los setenta y permanecer en este estado. La categoría Zombi es para deslegitimar a quienes planteen lo contrario al fin de los grandes proyectos y sujetos, tachándoles de “muertos vivientes”; la “licuefacción” del todo, de la identidad, la personalidad, el amor, es el debilitamiento de los vínculos sociales por la fragmentación; las “comunidades de
1
Sin embargo, en ninguno de los textos para-postmodernos se demuestra, primero, que la mayoría de la población se encuentre en esas condiciones de flexibilidad; segundo, que las tendencias sean en ese sentido; tercero, no hay prueba alguna que predominarán estos trabajadores flexibles sobre los estables. Las “pruebas” se reducen a argumentos simplistas, que no constituyen ninguna teoría económica, de la globalización, del
Estado o de la Sociedad sería, y datos discutibles, no sistemáticos, de fuentes heterogéneas, así como relatos escogidos para que apoyen lo que se quiere mostrar.7 guardarropa”, se cambian según la ocasión de la trayectoria laboral y de vida fragmentarias.
2.) El estilo impresionista se complementa con la inserción de frases impactantes para apoyar las proposiciones anteriores entresacadas y fuera de contexto de clásicos de la filosofía, la ciencia social, las naturales, la literatura, de dirigentes políticos, publicaciones de noticias o de la farándula, con información no sistemática de fuentes secundarias, observaciones tampoco organizadas, relatos de otras investigaciones o cotidianas. Es decir, lo equivalente a la prueba “empírica” se reduce a la argumentación sin diseño de investigación, ni cuantitativo ni cualitativo, a partir de un colage de fuentes acomodadas para que muestren lo que se quiere afirmar
(Bauman, 2004, 2004a 2005ª, 2005). Otro tanto se puede decir del manejo de los datos empíricos, que está lejos de una sistematización rigurosa o de la constatación de la validez de las fuentes, lo mismo pueden ser datos sacados de un periódico, que declaraciones de empresarios, las cifras se asumen con extrema liberalidad sin aparato crítico con tal de que muestren las tesis que se desea difundir. Es decir, ninguno de los textos para-postmodernos puede presumir de ser una sistemática y rigurosa investigación cuantitativa o cualitativa, su estilo se acerca al periodismo de investigación y la función del dato no es demostrar sino impactar, utilizando también un leguaje seductor y fácilmente asimilable por el amplio público, de tal forma que con facilidad el lector queda seducido en lo que pareciera una denuncia acerca de los males de la flexibilidad, encubriendo los supuestos más profundos (Bauman, 1998).
3.) Estos supuestos implican una tesis central, que durante el período del socialismo real o del Estado benefactor, el hombre estaba dominado por estructuras burocráticas y concepciones estructuralistas que le asignaban una posición en la Sociedad o una tarea histórica a desarrollar, ambas coartaban su libertad. Por ende, lo que haría infeliz al hombre sería seguir atenido a los grandes proyectos ligados a grandes utopías, estructuras, burocracias u organizaciones. Cada texto para-postmoderno dedica el 90% a desgarrarse las vestiduras acerca de la infelicidad de los nuevos hombres flexibles de la nueva economía, por eso lecturas poco cuidadosas asimilan a los parapostmodernos a los críticos del neoliberalismo.

Critica de la razon

Capítulo III: Crítica de la Razón Para-Postmoderna (Sennet, Bauman,
Beck)
Enrique de la Garza Toledo
Juan Carlos Celis Ospina
Miguel Angel Olivo Pérez
Martín Retamozo Benítez*
Introducción
Como hemos visto, hasta los años setenta del siglo anterior muchas de las teorías acerca de la Sociedad (Marxismo, Accionalismo, Fenomenología)(Garfinkel, 1986) consideraban al Trabajo como eje articulador del conjunto de las relaciones sociales y de la constitución de la identidad social o bien de clase (Berger, 1958). Sin embargo, en dicha década, la emergencia de nuevos movimientos sociales, empezando por el movimiento estudiantil, no claramente vinculados con el Trabajo, agregado a la extensión de la tercerización, a las muestras de conservadurismo del trabajador industrial típico en los países desarrollados y las decepciones del socialismo real, sirvieron de base a los primeros planteamientos acerca del fin del Trabajo como venero de sujetos y proyectos de sociedad alternativos. La sociedad postindustrial era la de los servicios y del conocimiento en la que el eje de la conflictividad no sería por la explotación sino por apoderarse del modelo cultural (Touraine, 1973); las nuevas luchas serían por el no trabajo y las encarnarían la no-clase (Gortz, 1982), porque toda forma de trabajo sería por principio alienante, la posibilidad  de una sociedad sin trabajo la daría la tercera revolución tecnológica; el capitalismo habría subsumido reproducción a producción y la mayor parte de la humanidad sería generadora directa o indirecta de plusvalía, por tanto, no habría privilegio para la clase obrera industrial típica (Negri, 1980). Es decir, los planteamientos acerca del fin de la centralización del
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Miembros del grupo de investigación sobre trabajo a-típico del Postgrado en Estudios Laborales de la
Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa en México, D.F. (egt@xanum.uam.mx) 2 trabajo industrial se traducían en el fin de la centralización de todo tipo de trabajo y sin embargo las visiones de futuro no dejaban de ser en esos años optimistas. Al dar la vuelta el tiempo hacia la década del ochenta, con el establecimiento del neoliberalismo, que cuestionó los pactos social democráticos de la posguerra y las garantías de la capa alta del proletariado, que debilitó o excluyó de las decisiones estatales a sus organizaciones, las deslegitimó ante la población y cambió instituciones protectoras de los asalariados; junto a las primeras formas de la reestructuración productiva, las tesis del fin mundo del trabajo se volvieron pesimistas o bien desligadas de toda idea de proyecto alternativo.
El pesimismo acera del futuro y papel del trabajo anidó inicialmente en dos concepciones teóricas: la Postmodernidad y las tesis propiamente del Fin del Trabajo (De la Garza, 2003).
Las concepciones Postmodernas, no se refieren solo al futuro del Trabajo sino que hunden sus críticas en el concepto de Modernidad, entendida como aquella sociedad en la que la razón aparecía como única e invariable; razón vinculada a las ciencias naturales, que permitiría acuñar un sistema de conocimiento universal, deductivo y verificable; razón que llevaría al dominio del mundo, natural y social; dominio que se traduciría en progreso a través del cambio social racional (Cassierer, 1970). Esta concepción moderna tuvo su clímax en el Positivismo, como proyecto de alcanzar la ciencia universal, como sistema deductivo que permitiría la calculabilidad del universo. Esta ciencia universal implicaría el conocimiento de las Leyes que rigen los comportamientos humanos, que abriría el camino hacia el predominio del Estructuralismo en la mayoría de las ciencias sociales en casi todo el siglo XX.
Pero en los años setenta, además de la emergencia de sujetos sociales no previstos en las grandes teorías sobre la sociedad, esta turbulencia coincidió con la crisis práctica, en cuanto a incapacidad de predicción de las grandes Teorías sociales regionales como el Keynesianismo, el Funcionalismo y el Conductismo, que se daba casi sincrónica con la crisis epistemológica del positivismo. Lo anterior llevó a la desconfianza, como estado de ánimo, acerca de la idea de razón, de sujeto transformador y de progreso. Detrás estaba también el inicio de la crisis ecológica vinculada con la industrialización, la extensión de la pobreza, la crisis del Estado interventor en la Economía y Benefactor. El clima social, económico, cultural e intelectual de los setenta también afectó al marxismo, primero lo existente y ya en la década del ochenta, la caída de ese socialismo colocó la puntilla a las esperanzas de reforma de los regímenes socialistas (Bell, 1988).
Es decir, la Postmodernidad nace de un cambio de estado de ánimo de la intelectualidad progresista, socialdemócrata o comunista, que se tradujo en pérdida de imaginario, de idea de futuro, de proyecto, de organización y en especial de reivindicar a la clase obrera como sujeto privilegiado para la transformación del capitalismo. Este pesimismo, producto de la gran decepción, se trató de atemperar con la reivindicación de un nuevo individualismo, visto como sinónimo de libertad frente a estructuras o concepciones totalizantes que aprisionaban a los individuos, lo mismo en el socialismo real que en el capitalismo organizado. Por esto coincidimos con Callinicos que dice: “La Postmodernidad no es un conjunto de hipótesis verificables, sino una declaración autobiográfica, el estado actual del espíritu de un sector de la intelectualidad occidental traumatizada por las decepciones del socialismo real y que fue crítica del estado benefactor” (1998).
El concepto clave Postmoderno es el de fragmentación, del Yo, de la cultura, del Sujeto, de las relaciones sociales, de la historicidad, la vivencia en lo sincrónico, su substitución por el simulacro. La sociedad de masas sería la de la desaparición del Sujeto, la masa no tiene estructura, no sigue leyes, rechaza la Historia y a lo Universal, se refugia en el consumo. La sociedad Postmoderna inauguraría un nuevo individualismo, con imprecisión en la vida privada, en las creencias y en los roles, con la fractura de la personalidad disciplinaria fordista, es la sociedad de la máxima elección y del máximo deseo (Vattimo,
1986).
La otra clave de la Postmodernidad es la crisis de la razón científica que fundamentó en el pasado la idea de progreso, que encarnó en grandes discursos y en diversas concepciones de
Totalidad. La verdad es substituida por el simulacro, con una reivindicación de la Teorías de los juegos lingüísticos del último Wittgenstein, la verdad se impone en juegos de poder y no tiene que ver con el “reflejo” del mundo real (Lyotard, 1982).
El discurso Postmoderno, como dice Callinicos, no se preocupa por verificar sus proposiciones, posiblemente porque la creencia en las capacidades de la ciencia también fue cuestionada, y juega con el impresionismo y la exageración. Por ejemplo, del todo articulado de las concepciones modernas al todo desarticulado, ambas son igualmente ontológicas y se pueden esgrimir muchos contraejemplos en contra de la desarticulación 4universal, tales como la articulación entre cadenas de subcontratación o de clientes y proveedores. Acerca del fin de los grandes discursos, sin duda que entre los setenta y los ochenta hay una gran transformación de los paradigmas dominantes en casi todo el siglo XX, el marxismo y el estructuralismo, pero, a la vez, la emergencia de antiguos y nuevos grandes discursos, las teorías de elección racional, de la Agencia, las hermenéuticas y la misma Postmodernidad. Las ideas de progreso socialista o de capitalismo interventor sin duda que entraron en crisis, pero fueron substituidas por una nueva idea de progreso, la neoliberal. El positivismo estaba en crisis desde los sesenta, con mayor razón en los setenta, pero la epistemología de la ciencia reconoce al menos tres corrientes poderosas actuales, la postestructuralista, la analítica y la Hermenéutica no radical; además, los investigadores sociales contemporáneos no pueden ser postmodernos extremistas, implicaría su extinción como científicos, de tal forma que siguen investigando a la manera positivista o han adoptado una postmodernidad lite a través de la reivindicación de métodos comprensivos para interpretar.
Es decir, el programa postmoderno extremista es inviable y, como dice Alexander, a la euforia postmoderna de los ochenta lo que le siguió fue la cruda del Neoliberalismo, que polariza, no elimina la pobreza, en esta medida las tesis de hombre postmoderno hedonista han tendido a desaparecer.  Offe (1996) fue uno de los primeros en tratar de articular proposiciones postmodernas con las del fin del trabajo en los ochenta. Para Offe el Trabajo dejó de ser eje articulador de relaciones sociales y fuente de identidad, con su consecuencia en fragmentación de identidades, sujetos, proyectos, como señalamos en el capítulo I. En esos años todavía no aparecía con claridad la importancia de la flexibilidad, como inestabilidad y fragmentación de trayectorias laborales. Pero, aunque las hipótesis de Offe son operacionalizables y sometibles a verificación o falsación, el autor se conforma con postularlas lógicamente. No es convincente que la heterogeneidad de las ocupaciones sea igual a no identidad, cuando se han generado grandes movimientos obreros siempre han sido entre heterogéneos, e incluso en grandes empresas siempre hay gran diversidad y heterogeneidad de ocupaciones, pareciera que Offe tuviera en mente más bien a los trabajadores de oficio del siglo XIX y no a los obreros de grandes empresas con diversidad de ocupaciones del XX. Por otro lado, lo que a primera vista aparece en el capitalismo actual como aumento en la diversidad de 5 ocupaciones, por el otro es la articulación de estas en cadenas globales de producción o comercialización. Además, al interior de empresas modernas las gerencias Toyotistas proclaman la construcción de una nueva identidad colectiva con la compañía, con la productividad y la calidad, así como la articulación, como diseño gerencial, entre producción y mundo de la reproducción de los trabajadores y sus familias. Las tesis de Offe resultan muy estructuralistas, la estructura de ocupaciones (status-roles de Parsons) determinan la identidad, pero sobre la identidad influyen otras estructuras dentro y fuera del trabajo, las interacciones entre sujetos, y las formas de construcción subjetiva, dentro de las que se encuentra la de la identidad.
En el inicio de los noventa las tesis del fin del trabajo en la forma de Rifkin (1996) y Forrester (1998), popularizaron estas ideas y, a la vez, las simplificaron y vulgarizaron, al reducirlas al desempleo tecnológico, pero han perdido actualidad.
La Para-Postmodernidad Ninguno de los autores que mencionaremos en el resto del capítulo reconoce que es aproximarse. En esta medida mostraremos que la denominación es justa. Una particularidad de los para-postmodernos es que enfocan sus baterías en contra del Trabajo, cuando el planteamiento Postmoderno es más general, contra las concepciones Modernas. Estos autores parten de algo ya observado en las teorías del fin del trabajo la heterogeneidad en las ocupaciones, pero agregan lo que no quedaba claro hasta la década del noventa, que el eje de estas transformaciones no es simplemente la heterogeneidad sino la flexibilidad del trabajo. Acerca de la flexibilidad del trabajo mucho se ha escrito, puede ser la flexibilidad y de polivalencia principalmente, esta flexibilidad no necesariamente supone la expulsión de trabajadores y no es la que interesa a los para-postmodernos. Puede ser también la flexibilidad en el encuentro entre oferta y demanda de trabajo, que implica eliminar restricciones al libre flujo de trabajadores y a la libre decisión del empleador, esta flexibilidad tiene que ver con los para-postmodernos pero tampoco es el foco principal de atención. También la flexibilidad se relaciona con el sistema de relaciones industriales, es decir, de las leyes laborales, la contratación colectiva y los acuerdos marco entre Estado, 6 sindicatos y empleadores. Pero los para-postmodernos entienden por flexibilidad a la fragmentación de carreras ocupacionales y biografías, es decir, la duración corta en una ocupación y la alternancia entre desempleo y otras ocupaciones diversificadas. Esta manera de ver la flexibilidad tiene que ver con las limitaciones actuales al pleno empleo típico, es decir, de tiempo completo, por tiempo indeterminado, protegido por la contratación colectiva y los sindicatos. En cambio, la ocupación flexible sería insegura. Esta flexibilidad en la trayectoria ocupacional provocaría una desestructuración en las relaciones de trabajo, al ser cambiantes no habría claridad en los grupos de pertenencia; también de tipo geográfico, puesto que la flexibilidad así entendida puede implicar el traslado territorial del trabajador en busca de empleo; y en las relaciones personales y familiares. Es decir, el trabajo aparecería como un colage de fragmentos de experiencias, sin arraigo a un grupo social determinado, la desestructuración del sentido del tiempo y el espacio, la superficialidad en las relaciones sociales1
. Habría que añadir que:
1.) Las tesis para-postmodernas pueden sintetizarse en las proposiciones anteriores, utilizando metáforas como trabajo, amor, e identidad líquidos, categorías zombi,
“comunidades de guarda ropa”, corrosión de carácter (Sennet, 1994)(Bauman, 2005ª,
2005b). Ninguno de estos conceptos metáforas se desarrolla realmente, en el sentido de precisarse su definición y la relación con otros conceptos, permanecen en su función de impresionar emotiva y a través de imágenes del lenguaje cotidiano. El uso de la metáfora no debe de alarmarnos, es parte de las nociones que muchas veces anteceden a los conceptos teóricos, pero en el caso de los para-postmodernos parecieran más destinados a alimentar, impresionar e impactar un estado de ánimo propio de la derrota y pérdida de esperanza iniciado desde fines de los setenta y permanecer en este estado. La categoría Zombi es para deslegitimar a quienes planteen lo contrario al fin de los grandes proyectos y sujetos, tachándoles de “muertos vivientes”; la “licuefacción” del todo, de la identidad, la personalidad, el amor, es el debilitamiento de los vínculos sociales por la fragmentación; las “comunidades de
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Sin embargo, en ninguno de los textos para-postmodernos se demuestra, primero, que la mayoría de la población se encuentre en esas condiciones de flexibilidad; segundo, que las tendencias sean en ese sentido; tercero, no hay prueba alguna que predominarán estos trabajadores flexibles sobre los estables. Las “pruebas” se reducen a argumentos simplistas, que no constituyen ninguna teoría económica, de la globalización, del
Estado o de la Sociedad sería, y datos discutibles, no sistemáticos, de fuentes heterogéneas, así como relatos escogidos para que apoyen lo que se quiere mostrar.7 guardarropa”, se cambian según la ocasión de la trayectoria laboral y de vida fragmentarias.
2.) El estilo impresionista se complementa con la inserción de frases impactantes para apoyar las proposiciones anteriores entresacadas y fuera de contexto de clásicos de la filosofía, la ciencia social, las naturales, la literatura, de dirigentes políticos, publicaciones de noticias o de la farándula, con información no sistemática de fuentes secundarias, observaciones tampoco organizadas, relatos de otras investigaciones o cotidianas. Es decir, lo equivalente a la prueba “empírica” se reduce a la argumentación sin diseño de investigación, ni cuantitativo ni cualitativo, a partir de un colage de fuentes acomodadas para que muestren lo que se quiere afirmar
(Bauman, 2004, 2004a 2005ª, 2005). Otro tanto se puede decir del manejo de los datos empíricos, que está lejos de una sistematización rigurosa o de la constatación de la validez de las fuentes, lo mismo pueden ser datos sacados de un periódico, que declaraciones de empresarios, las cifras se asumen con extrema liberalidad sin aparato crítico con tal de que muestren las tesis que se desea difundir. Es decir, ninguno de los textos para-postmodernos puede presumir de ser una sistemática y rigurosa investigación cuantitativa o cualitativa, su estilo se acerca al periodismo de investigación y la función del dato no es demostrar sino impactar, utilizando también un leguaje seductor y fácilmente asimilable por el amplio público, de tal forma que con facilidad el lector queda seducido en lo que pareciera una denuncia acerca de los males de la flexibilidad, encubriendo los supuestos más profundos (Bauman, 1998).
3.) Estos supuestos implican una tesis central, que durante el período del socialismo real o del Estado benefactor, el hombre estaba dominado por estructuras burocráticas y concepciones estructuralistas que le asignaban una posición en la Sociedad o una tarea histórica a desarrollar, ambas coartaban su libertad. Por ende, lo que haría infeliz al hombre sería seguir atenido a los grandes proyectos ligados a grandes utopías, estructuras, burocracias u organizaciones. Cada texto para-postmoderno dedica el 90% a desgarrarse las vestiduras acerca de la infelicidad de los nuevos hombres flexibles de la nueva economía, por eso lecturas poco cuidadosas asimilan a los parapostmodernos a los críticos del neoliberalismo.

viernes, 6 de septiembre de 2013

El portafolio

El portafolio nos ofrece una excelente oportunidad para dar seguimiento al trabajo de los alumnos, también puede ser un incentivo para que se esmeren ya que integran los trabajos que les son más significativos. Es también versatil, ya que a lo largo del curso puede pasar a ser portafolio de trabajo a ser un portafolio de evaluación y nos permite conocer como los alumnos viven el proceso.

MCG.


las nuevas tecnologías en la información y la comunicación
de la educación
Alumna: Gabriela Raquel Muñiz Calderón
¿qué es un portafolio?...
Un portafolio es un registro del aprendizaje que se concentra en el trabajo del alumno y su reflexión sobre esa tarea. Mediante un esfuerzo cooperativo entre el alumno y el personal docente se reúne el material que es indicativo del progreso encaminado a resultados esenciales.
Es un registro de aprendizaje (trabajo alumno-docente).
Es un aselección deliberada de trabajos (se realiza con la participación del alumno).
Es una reunión sistemática de materiales que valida el crecimiento y las actitudes.
Es una colección sistemática y organizada de evidencias utilizadas (maestro-alumno) para revisar la evolución del conocimiento, habilidades y actitudes.

ANEXO 1: portafolio del alumno


uso del portafolio...
                  Se utiliza para evaluación
                  Sirve para examinar el esfuerzo, progreso, logro, etc.
          Ayuda a satisfacer las exigencias de responsabilidad.
                  Sirve como medio de reflexión y autoevaluación para el alumno.
                  Ayuda a documentar el aprendizaje del alumno.
                  Facilita la comunicación con los padres.

ANEXO 2:Autobiografías del alumno que pueden forman parte del portafolio.